Durante los últimos años, el Sello Pyme Innovadora ha demostrado ser una de las mejores ayudas a la pyme en el ámbito de la reducción de impuestos por actividad innovadora.
En su esencia, el sello pyme permitía a las empresas aprovecharse de las deducciones en I+D+i y de las bonificaciones en I+D+i al mismo tiempo. Esta ventaja fiscal generaba un beneficio tremendo en startups, pequeñas y medianas empresas sin coste de gestión o con un coste de gestión bajo.
Por poner un ejemplo; una empresa con 5 desarrolladores que trabajasen al 100% en desarrollo de nuevo código en su producto anualmente, permitía una deducción del 12% de los gastos y un 40% de las cotizaciones de la seguridad social.
El método para conseguir el sello también se diseñó con mucho acierto, 100% digital y, también, con una dependencia directa de conseguir ayudas públicas previamente. Lo que, sin gestión, permite a pequeñas y medianas empresas conseguirlo sin necesidad de entrar tediosas certificaciones, procesos de gestión y/o normalización.
Una herramienta bien pensada, bien ejecutada y dirigida que, sin duda, ayudaba mucho a empresas innovadoras en sus etapas más tempranas y, también, a pequeñas/medianas empresas con un departamento de I+D+i algo más potente.
Muerte del sello pyme
Hoy, pese a que el sello pyme sigue vigente, su utilidad y rendimiento se ha derrumbado después de los cambios realizados en las bonificaciones de personal investigador en el Real Decreto-ley 1/2023, de medidas urgentes en materia de incentivos a la contratación laboral y mejora de la protección social de las personas artistas, que fue aprobado por el Consejo de Ministros el pasado 10 de enero de 2023.
Esta nueva Ley, no permite bonificar personas que ya están en la compañía. Sólo se pueden bonificar nuevas contrataciones y estas contrataciones deben, además, haber registrado 3 meses desde su último contrato (es decir 3 meses sin actividad laboral registrada).
Anteriormente la compañía podía escoger las personas que quería bonificar sin ninguna limitación, ni de contrato, ni de tiempo, dentro de unas pocas reglas muy flexibles.
Esto implica que el sistema de bonificaciones actual se ha vuelto extremadamente rígido, condicionado y complejo para una aplicación recurrente. No es buena noticia para las pymes que ahora necesitarán que su gestor laboral tenga en cuenta todas estas variables.
La contratación de nuevos perfiles ocurre puntualmente en las pymes, es de sentido común entender que lo que más interesa a una pyme (al menos la que no crece exponencialmente) es mantener el talento y no tener excesiva rotación.
Es decir, que las veces que una pyme contrate a una persona de alto nivel técnico (grupo cotización 1,2,3 o 4) que vaya a estar dedicada a I+D al 100% y que esta persona lleve 3 meses sin trabajar desde su último contrato, es tan sumamente poco habitual que hace de la aplicación de este beneficio un laberinto de condiciones.
Ah! Adicionalmente, las pocas veces que esto ocurra, hemos de dar de alta a esa misma persona, ese mismo día, como personal investigador. Es decir, hemos de iniciar la bonificación desde el primer día de contrato. En caso contrario, no podemos bonificar a esa persona posteriormente.
El resultado de este nuevo diseño elimina totalmente las bondades del sello pyme y trata a la pyme como una Gran Empresa, que sí puede tener cierto nivel mínimo de rotación debido a su gran tamaño y también puede absorber, gracias a sus departamentos de RRHH, la gestión laberíntica de esta nueva normativa.
Lamentablemente y una vez más, asistimos a un cambio normativo que aún genera muchas incógnitas y que más que asentar la bases de un nuevo y mejor camino para la innovación en la pyme, oprime y dificulta la gestión enormemente a esos pocos que aún se arriesgan a innovar.
Sergio Galiano es doble titulado en ingeniería especialidad en electrónica y en organización industrial por la Universidad Politécnica de Catalunya donde también ha ejercido de profesor asociado. Lleva más de 15 años ayudando a las pymes como experto en financiación de la I+D+i.